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¿Eres de la que hizo más deporte durante la cuarentena? ¿Aprendiste a cocinar? ¿Te involucraste más con la escolaridad de tus hijos? ¿Empezaste a meditar? Sin duda, todos aprendimos nuevos hábitos en este aislamiento, el verdadero reto será no abandonarlos con este paulatino regreso a la normalidad. 

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En mi caso particular, estos fueron los cinco hábitos que me dejó la cuarentena y que aspiro no abandonar ahora que el ritmo de vida frenético se acerca con pasos de animal grande. 

1. Bajar la velocidad

Mis días empezaban a las 4 am (ya te lo había contado en un pasado artículo de este blog) y acababan a las 11 pm. Todas mis mañanas estaban encaminadas a ser más productiva y a rendir más en el trabajo, como en una especie de carrera de la rata.

Sin embargo, la cuarentena cambió mi ritmo de vida y lo hizo un poco más lento. Ya no tuve que madrugar a clases presenciales, no tuve decenas de reuniones semanales a las cuales asistir, ni tuve horarios rígidos que cumplir.

Te confieso que estuve levantándome a las 8 am los primeros meses de aislamiento (lo cual me retrasaba mucho el trabajo y despertaba mi culpabilidad de workaholic), pero ya encontré un punto de equilibrio más amable conmigo misma y me siento mejor andando más lento.

Diseño sin título

2. Incorporar una rutina de cuidado capilar

Durante la cuarentena, reemplacé el tinte del pelo cada 20 días (porque ya no tenía afán de tener siempre las raíces impecables) por un balayage improvisado que me dejó estos seis meses de no pintármelo más.

Descubrí tratamientos capilares orgánicos y colombianos (como el de @DesenredateConLore que, a propósito, está súper recomendado) y adquirí el hábito de cuidarme el pelo con bastante profundidad mínimo una vez por semana. Busqué en Pinterest mascarillas capilares con banano, aguacate, fresas, huevo, mayonesa, etc. Y ahora puedo decir que no tenía el pelo tan sano desde que estaba en el colegio, sin exagerar.

¡Espero que la nueva normalidad no llegue con tanto afán que vuelva a ser esclava del secador, la plancha y el tinte!

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3. Hacerme 100% cargo de mi mascota 

Antes del aislamiento, mi perro Guarapo iba a un colegio canino a las afueras de Bogotá, ya que, entre tantas clases, reuniones y tareas diarias, me era imposible sacarlo al parque a ejercitarse todo el tiempo que él requería.

A causa de eso, el perro le hacía más caso a sus cuidadores externos que a mí, hacía daños en casa al quedarse solo y se desesperaba si un domingo yo quería dormir hasta tarde.

Desde que empezó el aislamiento, descubrí que puedo organizar mi tiempo para que Guarapo vaya al parque dos veces al día, enseñarle trucos nuevos y que entienda mi voz como una autoridad. Tomé la costumbre de desinfectarlo cada vez que entra de nuevo a casa y ya tenemos rutinas juntos que no pienso abandonar. 

4. Entender que de la calle nunca llegamos limpios

Aún me parece increíble que antes del covid-19 entráramos a casa con los zapatos sin desinfectar y lo primero que hiciéramos no fuera lavarnos las manos. Me parece fatal recordar cómo podíamos sacar el teléfono y ponerlo sobre la mesa de cualquier lugar público para luego pegarlo a nuestra oreja.

No quiero seguir viviendo con el miedo de desinfectarlo todo, pero sí sé que seguiré con algunos hábitos de higiene que me dejó todo este pánico del virus. 2

5. Únicamente trabajar en horas laborales

Como emprendedora y freelance, trabajaba de domingo a domingo, de 4 am a 10 pm. Y no culpo a mis clientes, la culpa era 100% mía. Los clientes me escribían a cualquier hora y me pedían trabajos en días no laborales, porque sabían que yo siempre estaba con el computador en la mano para empezar a trabajar.

Sin embargo, en los últimos meses del aislamiento decidí tener una línea telefónica personal y otra línea laboral que apago todas las noches y no reviso los domingos. Mi computador permanece encendido máximo hasta las 7 pm y hasta me despido formalmente los viernes en la tarde de mis clientes para que sepan que mi ritmo laboral ya no es tan frenético como antes.

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¿Y tú, qué hábitos adquiriste en este aislamiento que esperas conservar para siempre?

Yo no estoy segura de que la tal “normalidad” vaya a llegar algún día. Creo que el mundo jamás volverá a ser como lo conocimos, pero estoy dispuesta a cambiar yo también para no volver a ser la workaholic de ritmo frenético que conocí. 

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