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Tener hijos no es excusa para dejar de viajar. Cada vez son más las madres que abandonan el ‘Síndrome de Felicidad Aplazada’, toman un avión y se largan un rato.

Ayer estuve hablando con una amiga de la infancia, me miraba con envidia por dedicarme a ser periodista de viajes, mientras me decía “claro, porque no estás casada”. No, no estoy casada. Al menos no mediante una ceremonia religiosa o civil, con invitados y fotos para subir en Facebook. Vivo en unión libre y eso nos basta para llamarnos “esposos” cuando nos despedimos en las noches. Es como si estuviera casada.

“Pero no tienes hijos, igual”, respondió. No, no tengo hijos. ¿Será por eso que aún no logro entender por qué tantas mujeres se privan de muchos placeres de la vida cuando se convierten en mamás? Puede sonar egoísta e irracional esto que estoy diciendo, pero permítanme explicarles mejor.

 

¿Qué se siente ser mamá?

Muchas dicen que no tengo ni idea de lo que hablo. Cuidé durante 15 años a un perro que se me murió hace dos y al que aún lloro casi que todas las semanas. Le aguanté una enfermedad terminal que me costaba mucho dinero cada mes y me obligaba a despertarme al menos 20 veces en las noches para darle medicamentos, limpiarle los excrementos o masajearle los músculos. Y aun así concuerdo con quienes dicen que no tengo ni idea de qué es ser mamá. No lo engendré, lo adopté sabiendo que iba a morir antes que yo. No tuve que educarlo más allá de hacer sus necesidades fuera de casa (lo cual, por cierto, no logré). En efecto, ¡no sé qué significa ser madre!

Pero hay algo que sí sé qué significa y es ser una mujer y viajar por el mundo. Y sé que esa sensación puede no ser comparable con la de ser madre, pero sí con la de ser libre.  Soy tan consciente de que el sentimiento materno es incomparable, que jamás he abogado por el estereotipo del viajero millenial que nos venden todos los días los portales web de noticias virales: “renuncia a todo y viaja por el mundo”. ¡Ni de riesgos!

Yo nunca he renunciado a nada, tengo un trabajo como docente universitaria, una pareja con quien prefiero dormir en mi cama que en la de un hotel, unos padres que no puedo dejar de ver por más de una semana y aun así, viajo.

Así que le dije a mi amiga que si ella no viajaba, era básicamente porque no quería. Tiene los recursos para hacerlo, trabaja como independiente, cuando era más joven amaba conocer lugares de todo el país… pero ahora no viaja “porque tiene hijos”. ¡¿Qué cosa?!

 

El síndrome de la felicidad aplazada

Hace un par de años el diario El País de España publicó que el 40 por ciento de los profesionales australianos sufre del Síndrome de la Felicidad Aplazada, un fenómeno que implica pensar siempre que lo bueno puede esperar. ¿Te suena conocido? Ahorrar demasiado para la pensión, pero no darse ningún gusto actual, temer cambiar de trabajo sabiendo que la relación con tu jefe no es la mejor. También está pensar que podrás viajar cuando tus hijos ya sean mayores y empiecen la universidad.

No te digas mentiras, es ahora que tienes la energía para hacerlo. Es ahora cuando tus hijos tienen tíos frescos y abuelos vitales que te pueden dar una mano de vez en cuando, es ahora cuando es posible llamar a tu niñera de confianza para que esté en el apartamento el fin de semana, es ahora cuando puedes llevarlo a la casa de tu mejor amiga para que te alivie la carga.

Es ahora. Pero lo aplazamos… y lo aplazamos…

Estoy absolutamente convencida de que ser mamá no puede ser un obstáculo para viajar. Así como también estoy convencida de que hay muchas más posibilidades de hacer turismo que el típico Eurotrip de un mes (sé que dejar a los hijos solos por un mes es misión imposible) o el paseo a los parques de Orlando (que, obviamente, incluiría a los niños).

Hay sitios de glamping súper románticos en pareja y hay playas paradisiacas donde tomar el sol y desearse mutuamente, para viajar con el sujeto en cuestión. También hay ciudades en las cuales disfrutar de discotecas con miradores espectaculares y hay retiros espirituales con yoga y alimentación orgánica, para que te escapes sola y te sientas nuevamente independiente.

¡Hay cientos de opciones para dejar de aplazar los sueños!

Ser mamá no puede ser la excusa para dejar de viajar, no puede ser el medio para que una parte de nosotras se sienta frustrada perpetuamente. Aprovecha la vida hoy y agarra esa maleta, llama a la niñera y vuelve a sentir ese placer de caminar libre y tranquila sobre la arena caliente.

Si esperas a que tus hijos sean adultos, llegará el día en el que tendrán a sus propios niños y ellos sí van a ser tan sagaces como para pedir que se los cuides, mientras ellos se van de viaje.

 

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