El sexo es poder, eso es irrefutable. Pero… ¿poder para qué? Esa es la pregunta. Tirar es rico, no creo que nadie que lo haya y se lo hayan hecho bien diga lo contrario. Sin embargo, ¿qué pasa cuando este se convierte en mi única herramienta para acercarme al sexo opuesto?
Tengo una amiga (que seguro va a dejar de serlo cuando lea esto) que ha encontrado en el sexo la única manera de acercarse a los galanes. Entonces, y haciendo alarde del siglo XXI, el feminismo y el eurocentrismo, se ha dedicado a la conquista de machos alfa a través de la entrega completa de su cuerpo. Al cabo de unas horas regresa a casa, sola, a bañarse y a esperar a ver si, por lo menos, el susodicho de turno le pregunta si llegó bien.
Días después llega a decirme: “Quiero una relación larga, pero los manes solo me quieren comer”. Y aquí entra una de las características más importantes del ser humano: la contradicción.
Jamás satanizaría el hecho del sexo por el sexo. Esto qué quiere decir: si usted va y se echa a la muela a cualquier Fulano sin ninguna expectativa más allá de pasarla bueno, ¡hágale! Si, por el contrario, usted desea una relación sentimental, se echa al Fulano y llega a llorar a su casa porque no la volvió a llamar o porque ni le pidió el taxi. Replantee su estrategia.
El sexo casual no es lo malo y jamás lo será. Las relaciones sentimentales no son para todo el mundo y si las personas interiorizaran esta premisa, seguro no habría tanta infidelidad por ahí rondando.
En resumidas cuentas… si usted desea encontrar el amor, seguro no va a estar esperándola, empeloto, en un motel de la Caracas.
Además, ¿qué pasa con este tipo de transacciones sexuales? Echarse a alguien no es difícil, por el contrario, es rico. Decirle a alguien: “venga que me lo quiero comer”, también puede ser sencillo. Pero creer que en pleno siglo XXI el sexo puede seguir siendo la principal herramienta para cautivar el corazón de alguien es facilista, escueto y hasta de mal gusto.
Es facilista porque la transacción solo dura un par de horas. Entonces, no hay tiempo para conocerse, hablar y demás cosas que son directamente proporcionales a las relaciones.
Revisemos la historia de la princesa Diana y el príncipe Carlos. Para aclarar, él sostuvo un romance con Camila antes, durante y después de Diana. Esto indica que no era la amante del rato, sino que el galán estaba enamorado de ella y se metió con Diana porque ajá.
Las estadísticas apuntan a que es más fácil que un ser humano se aburra de comerse a la misma persona a que se enamore ella. O si no, el reto de las parejas no sería la monotonía ni el tiempo.
Y, en este caso, si usted quiere demostrarle lo lista que es o todos los libros que se ha leído, creo que no va a ser tan fácil en ese par de horas transaccionales.
También es escueto, porque no hay tiempo para que usted conozca al otro a profundidad. Esto lo dan los años, el dialogo, las experiencias y eso.
Y de mal gusto es engañar a la gente. Si usted se acuesta con alguien porque así lo va a enamorar, cual quereme. Es casi lo mismo como si a usted se la levantara un galán solo para comérsela. ¿Le gustaría eso?
Recuerde que una acción repetida se convertirá en un patrón. ¡Pilas! si usted adquiere el patrón sexual con todas sus posibles parejas, va a terminar siendo esa a la que llaman cada tanto para echarse un polvito y listo. Si, por el contrario, lo que desea es una relación sentimental, piense en una mejor estrategia.
No siendo más la dejo pensar en lo que de verdad quiere y no se mienta. Si usted desea sexo desenfrenado y llega a su casa a colgar la cabeza de ese galán como un trofeo, excelente. Pero, si lo que desea es una pareja comience por entablar una amistad y haga la vuelta completa, que al final del día también se lo estará comiendo.