En estos tiempos de pandemia y de confinamiento en casa en donde las personas han fijado su esperanza en volver a ‘nueva normalidad’ también se ha presentado situaciones de convivencia familiar, en donde la situación emocional, se ha convertido en una especie de carrusel, en donde la ansiedad, la incertidumbre y el miedo al futuro, los conflictos de pareja y la baja tolerancia dominan el escenario de lo cotidiano.
La comunicación se ha complejizado. La gente solo busca oír lo que se le da la gana y mantenerse en el juego del teléfono roto, en el juego de querer tener la razón. Las personas sin tener mucha consciencia se mantienen en una especie de bucle de sobrevivencia donde cada quien pesca en río revuelto. Cada vez, más la gente se pierde en el laberinto del ego, del querer, del tener, del hacer, hacer y en el laberinto de vivir en el mundo de lo externo. Sin tomar plena consciencia de que en ese bucle, más vacío interior existe y confusión.
Hoy quiero hablarle a tu corazón. Tienes que saber, que estas encerrado en la cárcel del ego, alimentado por la cultura y los paradigmas sociales. En todos los escenarios, sociales, organizaciones, empresas, etc… la cultura del ego, se huele entre paredes y mobiliarios. Así que a través de este escrito te invito a reflexionar sobre tu vida. Lo que busco es agitar tu consciencia para que despertemos del letargo del ego. Hemos sido educado en una sociedad egoica que se ha perpetuado en el ego, estamos completamente identificados con el ego, con una falso concepto de identidad que a su vez se erige con creencias de segunda mano, muchas de ellas limitantes y que nos alejan del SER, de nuestra esencia divina y que nos alejan de nuestra verdadera abundancia. Cuanto más alejado estas del ser más, tu vida la orientas al propio interés: Yo, mí me, haber que puedo tomar, que hay ahí para mi, esperando, necesitando, queriendo, conmigo. En ese juego, la sociedad se mantiene en el bucle de la desconexión interior y entre más desconectados más nos perdemos en ese doloroso vacío que no se llena con nada.
Entre más egocentrismo, más luchamos y entramos en conflicto para que lo de afuera nos de lo que queremos, creyendo que lo que obtenemos afuera podrá fin a esa dolorosa sensación de vacío. Cuanto más sufrimos, más vivimos en el mundo del egocentrismos. El economista Clive Hamilton, lo advierte, vivimos en una sociedad en donde cada vez, somos menos felices. En su libro ‘el fetiche del crecimiento’, dice que el crecimiento económico del sistema, se sustenta, gracias a la insatisfacción económica de la sociedad. Para el sistema lo importante es que tu y yo queramos más de lo que tenemos.
En ese bucle los gobernantes y líderes mundiales ignoran reflexiones poderosas como las que expone Hamilton, quién sostiene que en los países mal llamados subdesarrollados se fomenta el consumismo vacuo que degrada la naturaleza y genera relaciones personales individuales y competitivas, en donde se venden objetos externos como la fama, la belleza, que también son vacíos y perpetuán el dolor de la humanidad. ‘’De hecho, las investigaciones prueban que quienes se creen todo lo que les dice el sistema terminan aislados y deprimidos’’.
La pobreza interior, se ha seguido orquestado desde la psicología del egocentrismo y la filosofía del materialismo en donde el sufrimiento se perpetua la mente de escasez. Solo consideramos que lo real es lo que percibimos a través de los sentidos físicos.
¿Pero que hay de lo invisible, que hay de lo intangible, de la inteligencia creadora, del poder interior, que hay del mundo espiritual, de la consciencia de que somos hijos del todopoderoso, que hay de la consciencia de que somos seres espirituales viviendo experiencias físicas, que hay del universo emocional, que hay del sentido de la compasión, de la cooperación, que hay del bienestar interior etc…?
En el mundo del tener, del hacer, del no tengo tiempo, de esa mascara social, algunos se sienten ´desnudos.
Esto no entra en la ecuación de la mayoría de personas que siguen ‘tiranizadas’ por esta filosofía del materialismo, hacer, hacer, hacer, hacer y cuanto más haces y más consigues y más tienes, más exitoso te consideras, ¿pero que hay de lo que somos, que hay del ser, que hay de lo que sentimos. Pero cómo te sientes tu contigo mismo? .
Para de contar de lo que tienes, lo que haces, de mostrar, del puesto que ocupas, del cuento del cuento del no sabes quién soy yo? Detente, reflexiona, salte del bucle del sufrimiento y descubre tu SER interior. Despierta, despierta.
Somos esclavos de nuestro propio ego. Deja de autoengañarte. Deja de seguir intentando maquillar ese vacío. Elegimos trabajos orientados a tener éxito. Lo que pasa afuera de nosotros, es un reflejo de la dimensión interior que no se ve. Por esa mucha gente esta desconectada. La pobreza interior sigue doliendo con fuerza. Hay falta total de propósito en la mayoría de los seres humanos.
El cambio de paradigma se acerca. Una nueva forma de estar en este mundo, cuando conectes con el SER, con lo espiritual, entonces habrá equilibrio de abundancia. Sabes, la felicidad, es lo que más valoran las personas que están despertando en consciencia.
“Hamilton, quien hace un llamado a los políticos y gobernantes para que despierten y construyan una nueva sociedad basada en el concepto de la ‘eudemonía’ (florecimiento humano), como lo planteaba Aristóteles para plasmar la idea de la felicidad derivada de la realización plena de las capacidades humanas. Este modelo aboga por una organización de la sociedad que fomente entre sus ciudadanos metas intrínsecas dirigidas a desarrollarse personalmente, mantener relaciones más estrechas o ayudar a los demás”.