La mayoría de personas viven en dos líneas del tiempo: el pasado o el futuro, y se olvidan de la línea más importante de la vida, que marca el futuro: el momento presente. Ya que cuando estamos concientes del instante que vivimos, es cuando se está construyendo el futuro. El presente es todo lo que tenemos.
Desde niña, soñaba con el futuro lo visualizaba y pasaba horas con los ojos cerrados creando mi futuro, sin embargo, también disfrutaba del presente, viviendo en cada instante las experiencias de mi niñez, ya que cuando juagaba solo me concentraba en jugar, en divertirme, en sonreír, y sacarle el mejor provecho a la vida, al fin y al cabo, mi niña interior era muy traviesa y me gustaba pasarla bien. No entendía mucho los enredos de la vida adulta, pero sí sentía mucha compasión por el sufrimiento de los adultos y sus responsabilidades.
Un bebé, o un niño pequeño, no está pensando mucho en el futuro. Está viviendo su presente. Está experimentando su cuerpo, está descubriendo el mundo y está desarrollando su ego. En la medida que se va creciendo entra en escena el ego, y es cuando se comienza a vivir en esas dos líneas o preocuparse por el pasado, y sentir ansiedad por el futuro.
El futuro no es algo que uno simplemente encuentra o tropieza por azar; es una construcción continua basada en nuestras acciones y decisiones presentes. Esta perspectiva resalta la importancia de vivir conscientemente y tomar decisiones intencionales, reconociendo que lo que hacemos hoy moldea el camino hacia lo que viviremos mañana.
Tampoco se trata de aplicar el refrán popular de algunos latinos, de que comamos y bebamos de que mañana moriremos. El presente tiene que ver con hacer conciencia de cada instante, de cada latido del corazón, de cómo estamos respirando, como lo dice mi amigo, Eckhart Tollet, en su libro el ‘Poder del Ahora’. De hacer conciencia a cada instante de lo que vivimos, claro practicando la fe y la esperanza en un mañana positivo.
Algunos estudios de la Universidad de Harvard, revelan que las personas que están en su lecho de muerte, sienten en algún instante angustia, y arrepentimiento de no haber disfrutado más del momento presente y que se arrepienten de lo que no hicieron, de no haber escuchado su corazón e instinto.
Así las cosas, la clave del futuro está en el presente. Hay que tomar conciencia que en cada acción, que en cada toma de decisiones, que cada acto que ejercemos está construyendo el futuro. Hace un siglo se vivía en la era de la industrialización y la gente empezó a preocuparse con la entrada del nuevo siglo y con el cierre de fábricas, porque entró en rigor la era del conocimiento, de los estudios, los títulos en fin. Ahora que se viene a pasos agigantados la era de la inteligencia artificial, las personas piensan que el ser humano perderá y que no habrá muchas oportunidades, es decir que la preocupación por el futuro empieza a rondar en la cabeza de muchos. Pero en realidad habrá un cambio de paradigma donde se requerirá trabajar en el autoconocimiento, en las habilidades emocionales y espirituales.
A menudo, la gente ve el futuro como algo lejano, pero está a la vuelta de la esquina. El futuro, es una extensión del presente. Las elecciones que hacemos ahora, las metas que nos planteamos y el esfuerzo que ponemos en nuestras acciones determinará la realidad que vivamos en el futuro. E incluso lo que comamos, la forma en que cuidemos nuestros pensamientos, y nuestro cuerpo. Las relaciones que construyamos y la salud mental que estemos labrándonos ahora.
Todas las decisiones ya sea en el aspecto personal, profesional, o social, están sumando para nuestro futuro. Por se hace relevante trabajar en transformar la forma en que vemos la vida, los paradigmas y creencias que nos esclavizan, educar el observador, hacer conciencia de las percepciones que tenemos, trabajar en nuestra autoestima, y amor propio. E incluso pensar que es hora de los países se preocupen por la educación de la humanidad, porque desde hace rato que la educación ha quedado obsoleta. El cuento de que los niños están sentados recibiendo información por muchas horas, y que no pueden pararse del pupitre no pensar está bastante revaluado. Todos los paradigmas educativos necesitan evolucionar. Es hora de los gobernantes dejen el ego, y se preocupen por lo importante.
En todo ello, jugará la influencia de los hábitos diarios. Sin duda, los hábitos que cultivemos en el presente tendrán impacto en el futuro. Pequeñas acciones repetidas con regularidad, como la lectura, el ejercicio, la meditación o el aprendizaje de nuevas habilidades, pueden acumularse con el tiempo y producir cambios significativos. Los hábitos saludables construyen una base sólida para el éxito futuro, mientras que los hábitos destructivos, como las drogas, adicciones, y poca conciencia repercutirán en el mañana.
En todo ello, nuestra forma de pensar y lo que cultivemos en nuestra mente también tendrá una incidencia relevante en el porvenir.
Pregunta del Coach; giovannafuentes@yahoo.com
¿Cómo vives tu momento presente?
¿De qué forma te preparas para el futuro?