Vivimos en la era de la hiperconectividad. Todo está al alcance de un clic: la información, el entretenimiento, las redes sociales, las noticias de último minuto. Nos levantamos con el celular, lo revisamos mientras desayunamos, lo llevamos al baño, lo consultamos en el transporte masivo como sí estuviéramos en la sala de la casa, lo revisamos en reuniones, en la fila del supermercado, y lo dejamos (a veces) sobre la mesa de noche antes de dormir, como sí fuera lo más importante antes que conectar con los seres amados.
Estamos más conectados que nunca… pero paradójicamente, cada vez más desconectados.
Desconectados de nosotros mismos.
Desconectados de los seres amados y de los demás.
Desconectados de lo esencial, de nuestra propia respiración, de los latidos de nuestro corazón, de la comunicación real y asertiva con nuestras familias, compañeros de trabajo, pareja en fin…
¿Cuándo fue la última vez que te sentaste contigo sin distracciones?
La conexión constante con el celular muchas veces es una excusa para no escucharnos. En realidad como Coach he hecho un ejercicio de autoreflexión conmigo misma y me he sorprendido de que cómo el celular se ha vuelto el aparato más importante en nuestras vidas, olvidándonos a veces de nosotros mismos. Así he decidido cambiar mis hábitos sobre la hiperconectividad.
Me sorprende cuando viajo en el transporte público, como las personas están pegadas al celular haciendo zapping y sin tener la menor conciencia de que esto puede molestar a otras personas. Creo que las personas se están evadiendo a sí mismas y a sus propios pensamientos. Es cierto que el móvil es necesario, pero creo que debe existir una reeducación sobre que tan conscientes somos de nuestra conexión con nosotros mismos.
Cada notificación interrumpe un pensamiento, una emoción, una posibilidad de introspección. El silencio se ha vuelto incómodo. La pausa, un lujo. Y mirar a los ojos a alguien por más de tres segundos, una rareza. Cuando no hay nada que decir o hacer de inmediato lo más natural, que no lo es, es tomar el móvil.
Parece que a los seres humanos nos cuesta estar presentes.
Y lo más doloroso es que, poco a poco, eso va erosionando la calidad de nuestras relaciones. Hablamos con nuestros seres queridos mientras revisamos Instagram. Estamos físicamente con alguien, pero mentalmente en otro lado. ¿Dónde quedó la conversación auténtica? ¿El café sin pantalla entre nosotros? ¿La risa compartida sin necesidad de grabarla? ¿el rey es el móvil? Personalmente considero una falta de respeto, que las personas me hablen mientras miran el celular, así que los dejo hablando solos, o les pido que cuando estén listos para comunicarse conmigo, me avisen.
Me encantan las conversaciones mirándose a los ojos. Esas que nos permiten ver el alma del otro, observar sus gestos, en fin conectar de verdad.
Sí tienes prisa para conectar con otro ser humano, revisa tu mundo interior.
¿Cómo recuperar la conexión?
Volver a conectar con uno mismo y con los demás comienza con la voluntad de hacer conciencia de que la vida se vive en el momento presente. Por eso, para dejar la hiperconectividad y conectarte contigo mismos comienza con estas pequeñas acciones:
- Establece momentos sin pantalla: una hora sin celular al día puede ser un oasis. Usa ese tiempo para meditar, escribir, respirar, caminar, o simplemente… estar.
- Haz del silencio un aliado: el silencio no es vacío, es espacio para escucharte. No salgas corriendo.
- Haz preguntas genuinas: cuando hables con alguien, interésate de verdad. Escucha con los ojos, con el cuerpo, con el corazón.
- Crea rituales de presencia: comer sin distracciones, mirar el cielo, escuchar música con atención plena, abrazar sin prisa.
- Haz detox digital con amor, no con culpa: no se trata de satanizar la tecnología, sino de usarla con conciencia.
Reconectar es un acto de amor propio
Recuperar la conexión contigo mismo es un regalo. Es mirarte y decirte: te veo, estoy aquí, no necesitas hacer scroll para sentirte vivo.
Y desde esa conexión contigo, brota la empatía, la escucha, la presencia con los demás.
Quizás hoy sea un buen día para dejar el celular a un lado por un rato… y volver a ti. A tu alma. A los abrazos reales. A las miradas sin filtros. A las conversaciones que no necesitan emojis.
Porque, al final, lo que más recordaremos no será cuántos likes tuvimos… sino cuántas veces fuimos verdaderamente vistos, escuchados y amados, y cuántos abrazos recibimos. Wayne Dyer, uno de mis escritores favoritos habla de amarnos a sí mismo y de conectar con nuestra alma.
si crees que necesitas reconectar contigo mismo, te sientes perdido, acá estoy como tu Coach para apoyarte, escribe a giovannafuentes@yahoo.com