Una de las acciones más bellas y menos perjudiciales en la vida de un ser humano es sonreír, porque es una manifestación involuntaria de nuestro cuerpo cuando experimentamos sensaciones asociadas a la felicidad; por lo tanto, no hay que sentirnos avergonzados de mostrarle al mundo que estamos en la capacidad de brindarle a nuestro prójimo la oportunidad de ser impregnados por nuestras alegrías.
No importa si carecemos de uno o más dientes, si usamos prótesis dental o si la sonrisa no es la más perfecta de todas, porque lo que valoran realmente las personas es la naturalidad con la que expresamos las emociones positivas. Es un regalo que no tiene precio, pero al mismo tiempo son incalculables sus efectos en quienes hemos tenido la bendición de recibirlo.
Cuando alguien me sonríe en momentos en los cuales estoy aburrido, triste o con rabia, de manera automática siento que cambia la expresión de mi rostro, mi postura corporal e incluso mi actitud frente a la vida.
Se puede decir que, también es una medicina para curarnos de las cargas tan pesadas a la que nos echamos a los hombros por tratar de cumplir sueños, metas o en el afán por sacar adelante a nuestras familias.
Yo me río de los chistes, de las bromas, de los momentos agridulces que pude superar con ayuda de Dios, de los logros obtenidos, y de las sorpresas que llegan a la puerta de mi hogar para beneficio de muchos.
Increíblemente suelo saludar con una sonrisa en lugar de usar frases de cajón, porque tengo la certeza de quien está en frente mío también lo hará, y las palabras que no se digan no harán falta, porque una sonrisa es una muestra de amor y, el amor es el lenguaje universal por excelencia.
muy bien
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