El sueño de convertirse en influenciadores digitales y recibir obsequios de grandes marcas de ropa, cosméticos o empresas de turismo que, desean hacer visible sus negocios a través de las cuentas más activas en redes sociales, ha generado en los últimos cinco años un fenómeno desfavorable para el desarrollo cognitivo y psicosocial de la población adolescente y adulta joven en el mundo, quienes en su afán por alcanzar todos estos lujos que la “fama” en internet les ofrece por el cúmulo de Likes o Me Gusta, renuncian paulatinamente al derecho a la intimidad, la salud y la vida.
Con la aparición de Facebook, la plataforma de interacción social más empleada en la red, se popularizó una de las herramientas de juicio valorativo más conocidas por los internautas, el botón de Me Gusta. Un elemento mediante el cual los usuarios de esta red social manifiestan su agrado hacia determinada publicación, ya sea en formato imagen, video o texto.
Dicho botón, presentado bajo el logo de una mano cerrada con el dedo pulgar hacia arriba, en señal de aprobación, ha permitido a los especialistas en marketing digital evaluar el nivel de aceptación del contenido creado para la web 2.0, e inclusive otorgarle valor monetario a la producción de material que garantice alta participación del prospecto de cliente con marcas registradas en Colombia y el extranjero.
Sin embargo, los niños y adolescentes que son considerados como los mayores consumidores de Internet en la actualidad, conciben el like como una herramienta muy diciente que les ayuda a identificar cuánto le importan a la comunidad de seguidores que han alcanzado; cuán hermosos son; qué lenguaje deben incorporar para impresionar; qué comportamiento pueden tomar para ser aceptados por otras personas que, quizás no existan en ambientes reales.
“Más allá de todo eso, cuando una persona que es usuaria de las redes sociales empieza a darse cuenta que está recibiendo un número significativo de likes, y alcanza un estatus importante en cualquier plataforma de este tipo, en su cerebro se incrementa de inmediato la producción de dopamina por las emociones que esto le genera. Lo negativo es, que lo mismo sucede con aquellos que consumen cocaína u otra sustancia que afecte el correcto funcionamiento del cerebro, porque se tornan adictos a experimentar esas emociones, y el día en que no lo consigan sentirán tristeza o depresión con más facilidad”, asegura Jamison Monroe, Fundador y Director del Newport Academy, centro médico para el tratamiento de enfermedades mentales en adolescentes en los Estados Unidos.
Por ello, al no existir suficiente información en la internet que advierta los riesgos del uso inadecuado de las redes sociales, millones de cibernautas podrían estar expuestos a situaciones de las cuales no hay marcha atrás.
El pasado 10 de enero, en la vía que de Gámbita – Santander comunica con el municipio de Paipa en Boyacá, una estudiante de universitaria de 19 años falleció al tomarse una selfie en la cascada Manto de la Virgen. La tragedia sucedió luego que la joven se acercara a una piedra lisa donde pretendía tomar un mejor ángulo para la foto, y en cuestión de segundos resbala y cae de un precipicio de 90 metros.
En diciembre de 2017, el famoso youtuber chino Wu Yongning murió tras caer de un edificio de 62 pisos, en el que realizaba un video de acrobacias para impresionar al millón de seguidores que logró atraer a todas sus cuentas en redes sociales.
Un caso menos triste fue divulgado por el New York Times en días pasados, en el que su protagonista es una publicista de 26 años residente en los Estados Unidos que, para ganar más likes en Instagram e incrementar su número de seguidores decidió crear una vida falsa, llena de excentricidades que pagaba con préstamos bancarios que no pudo cancelar con sus anteriores oficios, y su deuda se extendió a más de $28 millones de pesos colombianos. Lissette Calveiro, como se identifica la joven procedente de familia cubana-ecuatoriana, relató que su única opción fue renunciar a esa imagen falsa y, concentrarse en buscar un mejor empleo con el cual pudo saldar la deuda y llevar una vida normal.
“Creo que la obsesión por obtener likes en las fotografías ha hecho que algunos influenciadores acudan a prácticas poco éticas para lograr su objetivo. Sin embargo, soy fiel creyente de que este boom pasará y el mismo seguidor será el encargado de depurar el contenido que consume”, argumenta Adriana Convers, bloguera de moda plus size número uno en Colombia.
En definitiva, este fenómeno que sin duda es un referente de desinformación en la red, permitirá que los padres de familia, educadores, investigadores y desarrolladores de aplicaciones en internet, trabajen de la mano en la regulación de políticas de comunicación e información necesarias para frenar las consecuencias desastrosas que comulga la llamada “Sociedad del Like”.