Estar desempleado es el peor estatus al que puede llegar el ser humano, y lo digo por experiencia propia. En ese tiempo de receso forzado afloran las inseguridades, los temores, las tristezas y también la creatividad para sortear uno que otro obstáculo y salir adelante.

Hoy en día, y luego de tocar tantas puertas que parecen estar cerradas con candado y doble seguro, me aventuré a poner mis habilidades a disposición de otros de modo “independiente”, que al parecer está de moda en muchas regiones de mi amada Colombia, y que de una u otra forma sirve para mantenernos activos profesionalmente.

Sin embargo, para llegar a la toma de esa decisión pasé por un montón de situaciones que afectaron mi salud mental, pues las necesidades no se detienen y los compromisos menos, además que los sueños materiales se deben postergar; y es ahí cuando ciertas personalidades ligadas a las emociones surgen sin dar aviso.

Es por ello, que a manera de ejercicio de catarsis y solidaridad con los 9,5% de colombianos inactivos laboralmente en lo que va del 2018, según el Dane, he creado este listado que llamo “Las personalidades emocionales del desempleado”:

El optimista: cuando se nos vence el contrato de trabajo, por lo general, al otro día nos levantamos con mucha adrenalina y verraquera para tomarnos la ciudad en búsqueda de un nuevo empleo que, quizás supere el anterior y nos permita alcanzar metas personales, ya que en nuestra hoja de vida contamos al menos con una experiencia.

El confundido: al no recibir llamadas para entrevistas, ni siquiera un correo en la bandeja de entrada asegurándonos que estamos en algún proceso de selección, comenzamos a preguntarnos en qué hemos fallado, por qué no se han manifestado los reclutadores, o qué impresión hemos dejado para que nuestro estatus sea el mismo: ¡inactivo!

El gruñón: todo nos fastidia. La cama pica, la silla incomoda, y que alguien nos hable es lo peor. Es como estar irritados todo el día, pero en el fondo de nuestro corazón sí sabemos qué es lo que sucede, y es la pura y física frustración de no encontrar un empleo con las tres “B” (Bueno, Bonito y Buena paga).

El perezoso: cuando la esperanza se pierde, pasamos más tiempo frente al televisor y con las pompis en el sofá, como si nos resignáramos a vivir del Gobierno… (no válido para Colombia).

El ave Fénix: se nos apareció Dios, a otros la chancla de la mamá, pero algo nos motivó a paramos con más perrenque de nuestras camas y, colocamos a funcionar la mente para hallar nuevas y mejores salidas para la crisis económica, ya sea emprendiendo con ideas de negocios innovadoras o, estudiando para aplicar a ofertas con más demanda en el país y el exterior.