En estos tiempos donde es prioritario aprender a vivir con consciencia se torna fundamental para fomentar relaciones sanas, practicar la ecología de las emociones. La pandemia de malos tratos, abusos y falta de respeto entre compañeros de trabajo, jefes colaboradores, padres e hijos, parejas, familia y de violencia silenciosa sigue rondando los espacios laborales, familiares y sociales. Esa pandemia me ha llamado a reflexionar sobre el poder de desarrollar en nuestra vida la ecología de las emociones, como una herramienta poderosa para construir bienestar en el planeta.
Desde que nacemos nos enseñan a ver el mundo de lo externo, a buscar la aprobación de los demás. Sin embargo, estas creencias y maneras de percibir el mundo, está cambiando hacia la consciencia de mirar hacia adentro. Es cierto, que no existe en la escuela, el colegio universidad o aulas académicas una cátedra o institución donde se desarrolle como una habilidad primordial, la ecología de las emociones. Pero eso no significa que no lo podamos aprender ahora. .
¿Qué es la ecología de las emociones?. Es el arte de gerenciar o gestionar desde nuestro YO espiritual’ los sentimientos y las emociones de tal manera que su energía promueva comportamientos, conductas y actitudes que fortalezcan el equilibrio personal, apoye el desarrollo en la humanidad para que mejore esa capacidad propositiva e inspiradora que contribuya en la construcción de relaciones saludables en donde se fomente el amor propio, el respeto por nosotros mismos y por el otro para que exista un mundo mejor en donde cada ser humano se reconozca en su grandeza y vea la grandeza del otro.
En donde se aprenda a sentirnos cómodos en nuestra propia piel y con consciencia de darte el permiso de ser tu mismo. Para ejercer la ecología de las emociones es fundamental tener consciencia de dos valores esenciales: el crecimiento de la consciencia individual y la responsabilidad consigo mismo y los demás para que se promueva un mundo emocionalmente feliz.
Todos los seres humanos somos responsables ciento por ciento de lo que sucede en nuestras vidas, dado que podemos elegir de manera consciente como sentirnos frente a las situaciones de la vida. Es cierto, tal vez no se podrán cambiar los hechos, pero sí tenemos el poder de elegir como relacionarnos con aquella circunstancia. Todo el tiempo estamos tomando decisiones por acción u omisión.
La humanidad ha estado condicionada por millones de años y en ese condicionamiento hemos aprendido a buscar la aprobación afuera, cuando la aprobación más importante habita dentro de ti. Poca consciencia se tiene del poder de la “mente subconsciente” (parte de la mente que se encarga de las actividades vitales del cuerpo, como la respiración, los latidos del corazón y entre otras, así mismo es la que graba todas las experiencias de un ser humano desde lo cero hasta los siete años y también lo de otras vidas. Es igual al genio de la lámpara de Aladino).
Así que para practicar la ecología de las emociones es prioritario hacer consciencia de que nos han grabado con programas, condicionamientos y creencias limitantes heredadas. Por lo que es clave darnos cuenta para poder desaprender.
La ecología de las emociones es un estilo de vida en donde se requiere por elección propia despertar e ir hacia la búsqueda del auto-descubrimiento del YO Sagrado. Hay que elegir hacer consciencia de que la vida es aquí y ahora. En tus manos está el poder de elegir como vivirla, tramitando sabiamente tus emociones. Si supieras los regalos que se esconden al estudiar el increíble poder de las emociones.
La pregunta del Coach:
¿Cómo gerenciar tus emociones?
¿Eres reactivo o proactivo en el manejo de tus emociones?
¿Has hecho consciencia de cuál es el sentimiento que te acompaña en tu vida?
¿Te has tomado el tiempo para estudiar tu vida emocional?
¿Qué creencias y programas grabados en el subconsciente te han
llevado a vivir en el triángulo del drama?
¿Qué historia de has creído de ti mismo, que te cuentas siempre?
¿Cómo tramitas tus emociones?
¿Qué tan consciente eres de que podrías ser una persona tóxica?
Muchas veces, ser maduro o controlar las emociones se traduce en ser frío, indiferente o sin esperanza.
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