La vagina habla. Tiene un lenguaje gesticular que la caracteriza. Se cierra o abre cuando hay motivos para descansar o ir de rumba. No le tiene miedo a las visitas de cabezones que saben lo que quieren.
Se revela cada tanto. Ella quiere salir de paseo. Quiere tener contacto con el mundo. Es agradecida. La vagina es sencilla y compleja al mismo tiempo.
No le gusta maquillarse, pero anda rapada desde hace unos años; dice que está de moda lucir así. Tiene un auténtico olor y sabor. Cada vagina, con toques de más cítrico o dulce. Ese perfume que llama y que no se disfraza con esencias artificiales.
Hay vaginas inquietas. Vaginas enajenadas. Vaginas enojadas. Vaginas incomprendidas. Pero todas tienen en común que quieren ser vistas y tocadas. Lamidas, unas más que otras; penetradas, todas.
La vagina se aburre, también. Tiene momentos en los que no quiere que nadie le hable, entonces se va de paseo o se resguarda. Luego sale y abre sus labios al sol del día. Está de regreso tras superar su pena, y sus penas son tan cortas.
La vagina se aburre, también. Tiene momentos en los que no quiere que nadie le hable, entonces se va de paseo o se resguarda. Luego sale y abre sus labios al sol del día. Está de regreso tras superar su pena, y sus penas son tan cortas.
Califica: