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La vivencia de experiencias que jamás se pensaron hacer en el sexo pueden sorprender de forma positiva y convertirse en el tan deseoso fetiche o gusto top one que acelera la llegada del orgasmo.

Entre las propuestas más comunes que he escuchado están la exploración del sexo anal a mujeres; la elección del sado, masoquismo, o sadomasoquismo; la propuesta de un trío; la escogencia de sitios públicos o poco usuales; el uso de consoladores o elementos que estimulen cuerpo y genitales; y el lucir prendas que representes roles.

Otros tienen en su radar fetiches más atrevidos y poco usuales, como consumir ají, alguien me lo confesó. De ahí que surja la pregunta de si debemos salir del confort de la cama, los besos en la boca y la penetración vaginal, para en el camino hallar placeres más estimulantes.

La experimentación de otro hecho poco usual, creería, como ver a la pareja tener sexo con otra persona, puede entenderse como un acto de infidelidad en varios contextos, pero los bares swinger han sido creados para satisfacer este tipo de preferencias. Y a mi parecer, es más leal la concertación en busca de la generación de placer que la puesta de cachos, ¿no lo creen?

Además creo en la posibilidad de explorar y armar una lista de preferencias sexuales. También en rechazar iniciativas, aun cuando gustan a la pareja. La decisión es de dos, o más personas que hacen parte de acto.

De esta forma me pregunto: ¿Se valdrá todo en el sexo?

Bienvenida la innovación del placer que hace que más personas lleguen motivadas y felices a sus trabajos o destinos diarios. Qué todo lo que se haga en el sexo, valga la pena por este fin.

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